Un paseo por el vacío - Por Comella Firmet
La puerta de casa estaba entreabierta, en un principio me pareció raro. Entonces, cuando estaba en el descansillo salió mi madre cargada con unas bolsas que dejó allí mismo para luego tirarlas al contendor de la basura. Yo no le dije nada, sólo pasé por su lado, le sonreí y acaricié sus rubios cabellos con mis dedos … ¡Qué melena más bonita! Tenía muchas ganas de abrazarla, de darle millones de besos pero me aguanté, aún sabiendo que por mucho que ella no lo exteriorizara me echaba muchísimo de menos. Su frialdad ante la nueva situación no me impresionaba, ella era muy fuerte pero yo sabía a ciencia cierta que mi repentina marcha le había dejado un gran vacío y que no lo llevaba nada bien.
Antes de subir la escalera para llegar a mi habitación eché un vistazo a la cocina, ahí estaba mi padre, que ni se inmutó ante mi presencia. Me dirigí a mi cuarto para desvestirme y ponerme cómoda, como hacía siempre antes de comer. Aunque ahora lo veía un poco absurdo porque ya no tenía cama allí para echarme la siesta más tarde. Entonces fue cuando al abrir la puerta, una vez más, me di cuenta de la realidad dura y pura.
Ahí estaba mi habitación, totalmente cambiada. Por muchas veces que entrara no daba crédito. Todo tan distinto… La mitad de mis cosas obviamente no estaban y el resto: movidas de sitio. ¡Había pasado tan poco tiempo desde mi marcha! ¿Tanta prisa tenían en cambiarlo todo? ¿Tanto estorbaba? Cuando abrí el armario se podían ver pocos signos de lo que había sido mi gran colección de “trapitos”, no habían pistas de mi desorden pero sí un montón de cajas de zapatos de mi madre y uno o dos pantalones, también de ella. Fue entonces cuando me di cuenta realmente de todo lo que estaba sucediendo. “Los cambios son así” me dije. Lo tenía que asumir, yo ya no vivía en esa casa, eso estaba claro. Pero no podía evitar seguir yendo a comer allí al mediodía, e incluso alguna noche, no podía dejar de ver a mi madre, de subir peldaño por peldaño lo que había sido la escalera de mi casa, de observar como si fueran nuevos tantos y tantos detalles que antes me pasaban inadvertidos, de echar de menos tantas cosas a las que antes no daba valor… Tantas veces hablando de independizarme… Y ahora…
Supongo que no podía pretender que todo siguiera igual que siempre y como hasta el momento, como si de un aposento intocable se tratara. La vida sigue y mi madre pondría sus cosas allí, en lo que había sido mi espacio, al igual que mi hermano, quien aprovecharía al máximo lo que ahora era un vacío baño común. Me fui a verlo… Como si lo echara de menos también. Y allí me senté en “el trono” (como solía decir el que había sido mi último novio) y en ese santo sitio, apoltronada, y con los pantalones bajados no puede evitar que me cayera una lágrima.
- ¡Yo ya no vivo aquí! ¡Esta ya no es mi casa! – la pena atravesó desgarradoramente mi alma para luego hacerse grito contenido. Sentía rabia, impotencia... Pero también un escalofriante alivio que no entendía… Tristeza. Me sentía tan rara… Había una parte de mí que quería volver y otra que sabía que lo que estaba viviendo era una etapa nueva y que la tenía que emprender sin miedo. ¡Valiente!
Me sequé los indicios de nostalgia con la punta de una toalla húmeda que mi hermano tenía colgada en la mampara de la ducha… Sonreí apabullada, me di cuenta de que el pobre ahora tenía muchísimo más espacio que antes para dejar sus maquinillas de afeitar y su gomina, las cuales siempre habían ocupado una milésima parte de lo que lo habían hecho todos mis productos y “potingues”.
Escarché mi pelo y respiré profundamente como si no hubiera pasado nada, bajé las mismas escaleras que había subido para luego sentarme en la cocina y comerme un plato de macarrones que mi madre nunca me puso en la mesa porque mi apetito, al igual que mi vida, se quedaron en el cruce de una carretera una fría noche de octubre, hace hoy varios meses.
* Autora : Comella Firmet
22 comentarios
joseme -
Venga un besote, editora.
Ly -
Lydia
Comella -
Juan José Noche -
un abrazo desde el fin del mundo
Espuma -
(si no es porque sabíamos que era de Hallowen, no hubieramos esperado ese final)
un placer enorme.
LeeTamargo -
LeeTamargo.-
Comella -
Anado -
Un beso.
Comella -
bolo -
un beso
almena -
y éste... mmm melancólico... y triste.
Y el golpe de efecto final...
Un abrazo, preciosa
Comella -
Pablo A -
Un saludo.
Comella -
Goreño -
Merche -
Y los macarrones se enfriaron en la mesa...
Un beso, Comella
Comella -
:)))
Gracias Trini, Infierno y Soldadito por vuestras opiniones, que si hubieran sido malas hubieran tenido el mismo valor para mi, ya que me gusta mucho aprender de las criticas ;) Un fuerte abrazo.
Soldadito -
Me ha gustado mucho como a quedado la web ;)
Infierno -
intih-david garcia garcia -
Que curioso y grandes amigos somos todos los del mundo del blog.Linkeados los unos a los otros y los otros a los unos.
Que no falten los elogios y las adulaciones, que el ser humano gusta de esto aúnque los misántropos sabios se encargaran de querer contarnos justo lo contrario.
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Publicado por Soñador-de-luz (http://spaces.msn.com/members/intihlon/
Trini -
Un abrazo
Infierno -