El jardinero
Sobre las olas de la vida, en el vocerío del viento y del agua, el
pensamiento del poeta está siempre volando y bailando.
Ahora que el sol se ha puesto y el cielo oscuro se cae sobre el mal,
como las pestañas sobre un ojo cansado, quitadle al poeta su pluma; ¡y
que sus pensamientos se hundan hasta el fondo del abismo, en el eterno
secreto del silencio!.
Sudas, el jardinero, cogió de su estanque el último loto que había
quedado del desastre del invierno, y se fue a la puerta del palacio real
a ver si lo quería comprar el rey.
Al llegar, se encontró con un caminante, que le dijo "¿Cuánto quieres
por tu último loto, que se lo voy a ofrecer a Budda, nuestro Señor?"
Sudas le contestó: "Te lo dejo en una masha de oro".
Y el viajero se lo dio.
El rey salía en aquel instante del palacio, para ir a ver a nuestro
Señor Budda, y pensó: "¡Que hermoso sería poner a sus pies ese loto de invierno!". Y quiso comprar la flor.
Cuando el jardinero le dijo que le habían dado por ella un masha de oro, el rey le ofreció diez, pero el caminante dobló entonces el dinero.
El codicioso jardinero pensó que aquel a quien querían los dos ofrecer el loto, le daría más que ellos; y se inclinó, y les dijo: "No puedo vender la flor".
En el silencio umbrío del bosque de mangos, que se dilata fuera de los muros de la ciudad, Sudas estaba de pie ante Budda
nuestro Señor, cuyos
labios son el trono del silencio del amor y cuyos ojos destellan paz,
como la estrella matutina del otoño, puro de rocío.
Miró a su rostro, le puso el loto a sus pies, y bajó su frente hasta hundirla en el polvo.
Budda sonrió y le dijo: "¿Qué quieres tu hijo mío?". Y Sudas
le contestó: "La caricia mas leve de tus pies".
* Autor : RADINDRANATH TAGORE
(Del libro El Jardinero, Editorial Lozada)
Fotografía : "Puppy" - Museo Guggenheim (Bilbao)
pensamiento del poeta está siempre volando y bailando.
Ahora que el sol se ha puesto y el cielo oscuro se cae sobre el mal,
como las pestañas sobre un ojo cansado, quitadle al poeta su pluma; ¡y
que sus pensamientos se hundan hasta el fondo del abismo, en el eterno
secreto del silencio!.
Sudas, el jardinero, cogió de su estanque el último loto que había
quedado del desastre del invierno, y se fue a la puerta del palacio real
a ver si lo quería comprar el rey.
Al llegar, se encontró con un caminante, que le dijo "¿Cuánto quieres
por tu último loto, que se lo voy a ofrecer a Budda, nuestro Señor?"
Sudas le contestó: "Te lo dejo en una masha de oro".
Y el viajero se lo dio.
El rey salía en aquel instante del palacio, para ir a ver a nuestro
Señor Budda, y pensó: "¡Que hermoso sería poner a sus pies ese loto de invierno!". Y quiso comprar la flor.
Cuando el jardinero le dijo que le habían dado por ella un masha de oro, el rey le ofreció diez, pero el caminante dobló entonces el dinero.
El codicioso jardinero pensó que aquel a quien querían los dos ofrecer el loto, le daría más que ellos; y se inclinó, y les dijo: "No puedo vender la flor".
En el silencio umbrío del bosque de mangos, que se dilata fuera de los muros de la ciudad, Sudas estaba de pie ante Budda
nuestro Señor, cuyos
labios son el trono del silencio del amor y cuyos ojos destellan paz,
como la estrella matutina del otoño, puro de rocío.
Miró a su rostro, le puso el loto a sus pies, y bajó su frente hasta hundirla en el polvo.
Budda sonrió y le dijo: "¿Qué quieres tu hijo mío?". Y Sudas
le contestó: "La caricia mas leve de tus pies".
* Autor : RADINDRANATH TAGORE
(Del libro El Jardinero, Editorial Lozada)
Fotografía : "Puppy" - Museo Guggenheim (Bilbao)
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