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˙·٠•●♥ Ediciones Guallavito

Intríngulis

Intríngulis Había una vez un afortunado que trabajaba como un desesperado para mejorar en la vida, jugaba y era participe de todas las loterías, concursos, y premios habidos y por haber, pero jamás de los jamases le tocó ni un miserable duro. El afortunado dejo de creer en la suerte y la fortuna, y puso todas sus esperanzas e ilusiones en prosperar con su trabajo, que para colmo de los colmos era el de supervisar la máquina que hacía billetes de diez mil pesetas para el Banco de España.
Pero un buen día al salir del trabajo, cuando iba muy ensimismado y decaído, mientras se dirigía a su casa ofuscado en sus disgustos y preocupaciones. Al lado de un excremento de Chiguagua, en el hoyo de un árbol de propiedad municipal, se encontraba un billete de mil “pelas”, que no hubiera ni visto si no hubiera pisado la caca. “Crec”, se oyó a sus pies.
- ¡ Mierda! –exclamó el afortunado.
No se equivocó mucho, había pisado de pleno aquel regalito que había dejado a su paso el agraciado perro. Pero el enojo le duraría poco.
- ¡Os, os… Ostras! –gagueó el afortunado.
Velozmente y con galanura cogió el billete verde y lo miró asombrado... Pero...
- “¡Chas” – se oyó. Y una humareda lo envolvió. -¡Ostras, ossstras! – volvió a balbucear.
- ¡Hola, soy la Primi, soy la oportunidad de tu vida. Te voy a conceder el deseo de tus sueños.
- ¡Ostras, ostras, ostras… - dijo muy lentamente mirando a la hada de arriba a bajo.
Demasiadas emociones para el afortunado:
- ¡Cálmate, esto no está pasando, estás muy estresado, sufres alucinaciones o quizás somnolencia yo que sé. – se comenzó a autoconvencer.
- ¡Eh, tú! Puedes pedirme lo que quieras, con gran gusto te lo concederé.
- Bien, ¿dónde está la camara? – preguntó él haciéndose el matachín.
- ¿La cámara? – repitió perpleja Primi.
- La cámara oculta, ¿para qué programa televisivo es esto? – se impacientaba él con sus conjeturas.
- No. No lo entiendes, yo soy Primi y tú me puedes pedir cualquier cosa.
Primi tuvo que convencer al afortunado de que todo aquello estaba pasando, de que no era una broma y de que no sólo existían las hadas en las películas de Walt Disney. Cuando estuvo convencido:
- Bien, pues… No tengo ni idea de lo que quiero, he soñado toda mi vida con tantas y tantas cosas… - confesó.
- Bien cielo, pero tienes que pedirme algo. – se comenzaba a extasiar la hada que nunca había tenido que convencido a nadie para realizar su gratificante trabajo.
- ¡Ay no sé, no sé! – murmuraba el indeciso.
Le esperaban muchas otras batallas psicológicas a la generosa de Primi. Y pasaban las horas…
- ¿Y un coche? – le daba ideas la hada.
- Bien, podría pedir un coche, pero… Tendría que pagar el seguro, y el impuesto de matriculación, y me tendría que sacar el carné, además la gasolina está por los cielos, y…
- ¡Vale, vale! – le frenó ella.
- Podría pedirte mucho dinero, mil millones o miles de miles de millones pero, ¿qué pasaría?, que me saldrían amigos hasta debajo de las piedras, y los familiares que creía que estaban muertos me vendrían a visitar, por supuesto los tendría que invitar a comer… Hacienda iría a por mi, la declaración me saldría a pagar, y también me harían ingresar un veinticinco por ciento de IRPF por toda mi fortuna… bueno no estoy seguro de esto último y por lo tanto tendría que pagar a un asesor. Tendría que mudarme a Andorra o a Suiza, por supuesto, y… Bueno no sigo.
- Eres demasiado ambicioso para ser rico… - le soltó ella poniéndose las manos a la cabeza.
- Quizás te pida chicas… Pero las mujeres cuando formalizan las relaciones te piden una casa de quinientos metros cuadrados, un lavavajillas, que si joyas…, ¡uf!, no no, nada de mujeres.
- Un “pelin” exagerado, ¿no? ¿Por qué no pides poder y acabamos?, llevamos aquí cinco horas y media.
- Poder…, poder, po-der, pooooooderrr, ¡sí, está bien el poder! Suena deliciosamente bien, porque con el poder viene todo lo demás, los coches, el dinero, las chicas…, ¡bah!, no estaría mal… - decía dubitativo.
- ¡Perfecto, marchando una de poder! – se anticipo la hada que comenzaba a tener unas ojeras de antología.
- Pero… - le cortó el pesado del afortunado. – Con el poder viene todo eso más todos los problemas de antes multiplicados con los que conlleva el poder, porque el poder no viene solo, ¿no?. Digo yo que tendrá sus inconvenientes. Y no serán pocos, ¿verdad? – prosiguió.
- Buena reflexión. ¿Y belleza? ¿No te gustaría ser más guapo? ¿Dejar de tener defectos?
- Mira Primi, tienes buenas ideas, eres buena, realmente buena. – La piropeó él.
- Gracias, llevo años ejerciendo…
- Ya que lo dices podría cambiar mi nariz, el color de mi pelo, mis ojos…, la medida de alguna “cosa”...
- El carácter también si quieres. – añadió sin indirectas Primi que tenía al afortunado atragantado.
- ¡Oye tú!, ¿qué insinúas? – se molestó el chico. – No. No quiero cambiar nada de mi aspecto ni de mi forma de ser, tampoco deseo ser un lumbreras, me saldrían muchos enemigos, porque hay mucho envidioso suelto, ¿sabes?
- Pero podrías triunfar mucho más en la vida, piensa en ello, además esto del culto al cuerpo se lleva mucho en los noventa.
Y se hizo de noche…

- Me encantaría poder vengarme de alguien.
- Puedes hacerlo, pero… ¿En que estás pensando? – se alarmó Primi que no le gustaba hacer servir su don para realizar fechorías.
- No nada, nada, era por decir algo como hace una hora y cuarto que no me hablas.
Al alba:
- ¿Sabes qué te digo? Que yo quiero ser ultrajosamente feliz. ¿Me puedes devolver las mil “pelas”?
Primi desapareció sin despedirse dejando al afortunado con su billete de tres ceros en la mano, de pie en la acera. Él comenzó a caminar sonriente mirando su petición como si fuera una galguería. A lo lejos se oyó:
- ¡Idiota!
Era una voz femenina. El afortunado se giró, pero allí en la calle ya no había nadie.

* Autora : Vanessa López Vilà / Comella Firmet

2 comentarios

Comella -

Encarnuchi cuando te vuelva a ver no te salvas de un abrazo de oso. Os deseo a ti, a Larios y a los peques un feliz 2005 ;) Muchísimos besos.

Encarnuchi -

Espero que la magia sea tu mejor traje,tu sonrisa el mejor regalo,tus ojos el mejor destino y la felicidad mi mejor deseo.Un besazo