Felices Fiestas
Ediciones Guallavito y Comella Firmet os desean un 2011 lleno de sueños cumplidos, que vuestra pasión por la vida y por las letras os hagan ser mejores personas cada día.
Ediciones Guallavito y Comella Firmet os desean un 2011 lleno de sueños cumplidos, que vuestra pasión por la vida y por las letras os hagan ser mejores personas cada día.
¿Escribiré mañana
algo más oxigenado?
Algún verso que, de vivo,
muera en azul
tibio
liviano
y se estremezca ante la caricia
insomne
de un recuerdo impreciso,
hijo vástago de las sombras
huecas
de un otoño sin dueño
apegado al pasado.
¿Seré capaz
de regalar
al aire
palabras sin tiempo,
sentidos sin duelos,
paseos
de otoño
sin prisas
ni altos vuelos
que me hagan recordar
aquellas sonrisas de medio lado
recostadas sobre una tarde de lluvia
en un regazo sin miedos?
¿Podré sorprenderme
algún día al sentir
cómo late tranquila tu vida
junto al estruendo de la mía
* FOTOGRAFIA: "Focs de Blanes 2010 por Pirotècnica IGUAL" - de Josep Maria Ciurana
(...)Perdimos los minutos. La esencia del todo
que nunca llega a nada
porque no se deja conquistar (...)
* Extracto de su poema "No estabas"
Fotografía: Playa de La Rijana (Granada) * Autor.: "Javier J.Cesar"
Hace calor. Hasta el viento se ha echado la siesta y el alboroto de las chicharras se adueña del pinar. Duermo y sueño y al despertar las chicharras han enmudecido. El cielo muestra matices malva y violeta. ¿Amanece o anochece?
Vuelvo a cerrar los ojos y me quedo muy quieta, al abrigo de los párpados cerrados esperando ...que el tiempo se detenga eternamente en este instante.
* * *
Fotografía: "Castro Urdiales - Cantabria" de José Alberto de Quintana de León
En su ingenuidad, creyó haber burlado a la húmeda sombra. Vivió sumido en fantasías de sol y añiles cielos. Quedó hipnotizado por la nívea luz de las estrellas y lo encandiló el amarillo rostro de la luna.
Sordo fue al silbido del miedo. Ciego al esqueleto, que ante él serpenteaba, vestido de harapos. Hasta que fue sacado de la inopia por un alarido infesto que lo arrojó a la realidad y lo dejó temblando.
Y entonces, ante él se abrieron de golpe las puertas del desierto ...
* * *
- Autora: Trini Reina // Fotografía de Paul Harris
Hay horas como siglos dilatados,
que no quieren marchar, sencillamente.
Minutos con espíritu paciente,
segundos combatientes y enquistados.Hay tiempos que se esparcen a puñados,
hay horas que se gastan de repente,
minutos como el rayo reluciente,
segundos por completo inesperados.Yo sé que, de algún modo, es culpa tuya,
que el pulso del reloj nervioso gira
de amor cuando te asomas a su esfera.E igual que yo, se muere de la espera
si tú no estás con él, sólo suspira
ansioso de que el tiempo lo destruya.
* Autor: Diego Jerez Gónzalez
Imágen de Hilde Meeus
Ni siquiera la luz conoce lo que alumbra...
* Fotografía de Koldo Badillo ©
Talentoso fotógrafo de Orduña (Bizkaia) especializado en fotografía paisajística y quien ha tenido la generosidad de aceptar colaborar en Ediciones Guallavito con algunas de sus bellas y artísticas fotografías, esta de la que podéis disfrutar hoy fue tomada en Mazarrón (Murcia). Mientras, os recomiendo visitar su página web, seguro que su obra os fascinará tanto como a mi porque es impresionante.
Sobre la orilla lapidada de la noche,
en perfecta e inusitada cadencia,
las olas rompen los huecos de la nada.
Rugen infinitos ausentes que se vierten
en silencios de espuma blanca.
Se oscurece el mar, el día, las horas,
se pierde el horizonte de tanta calma.
Calla la noche, la bruma, el alba.
Calla el silencio ataviado de palabras.
* * *
Autora: Mª José Sierra
Ese día, el Viejo Cometa de Ardiente Cola decidió que apetecía de ver los ojos de la Luna de Nívea Faz. Así que, al hacerse la noche, subió a la cima donde habita el Viento del Sur, que es donde ésta suele pasar algunas veladas entreteniéndose con los demás astros. Y allí encontró el Viejo Cometa de Ardiente Cola a la Luna de Nívea Faz. Y ésta se alegró de verle, pues es sabido que los cometas pasan de tarde en tarde y ella apreciaba a éste. Y el Viejo Cometa de Ardiente Cola sonrió a la Luna de Nívea Faz, con esa sonrisa inexpresiva que le singularizaba. Y la Luna de Nívea Faz sonrió con esa sonrisa hermosa y metálica que tiene ésta. Y ambos hablaron entre ellos pues hacía tiempo que no se veían. Y el cometa insistía en que la Luna de Nívea Faz abriera los ojos ya que aquél ansiaba verlos. Y la Luna de Nívea Faz se resistía, pues pocos eran los dichosos que gozaban de su mirada; mas, como el Viejo Cometa de Ardiente Cola era muy apreciado por la Luna de Nívea Faz, ésta accedió y le abrió su mirada. Y el Viejo Cometa de Ardiente Cola quedó prendado de ésta y no se hastiaba de mirarla. Mas la Luna de nívea faz no gozaba enseñando su mirada y volvía a cerrar los ojos. Y así pasaron el tiempo, entre miradas robadas por el Viejo Cometa de Ardiente Cola y charlas y preguntas de la Luna de Nívea Faz.
Pero el Viejo Cometa de Ardiente Cola se apercibió de que se acercaba la Hija de la Mañana, la Aurora de Rosáceos Dedos, y se lo comunicó a la Luna de Nívea faz. Ambos se resistían a despedirse y ansiaban un abrazo, mas el vítreo Viento del Sur se interponía entre ellos y nunca les hubiera permitido tocarse. Y así tuvieron que despedirse, pues el Viejo Cometa de Ardiente Cola debía seguir su órbita ya que ésta no podía ser interrumpida jamás. Y la Luna de nívea faz debía ir a tenderse en su lecho marino antes de que la Hija de la Mañana, la Aurora de rosáceos dedos, la sorprendiera en la cima donde mora el Viento del Sur.
Y ambos pasaron lo que quedaba de oscura noche pensando en tan grato encuentro como habían tenido.
El Viejo Cometa de Ardiente Cola siguió su órbita pensando que debía parar más a menudo en la cima donde habita el Viento del Sur y con la decisión de que lo haría siempre que su elíptico periplo se lo permitiese.
Mi tierra tiene sed y nadie escucha
su ruego secular de labios secos,
ni el grito del almendro cuando lucha,
ni el llanto del olivo, ni sus ecos.
Mi tierra eleva un canto de cigarras
al sol demoledor de mediodía,
que hiere como ardientes cimitarras
en rayos de perpetua tiranía.
Mi tierra busca el cielo con sus dedos
de troncos retorcidos y abrasados,
y crujen despojados de sus credos,
higueras, algarrobos y granados.
Mi tierra es un solar de lagartijas,
de piedras castigadas y de espinos,
de manos que a otras manos fueran lijas
brotando de sus brazos campesinos.
Mi tierra es de sudor y de trabajo,
de sal, de sol, de espuma y piedras rotas.
Mi tierra llora en polvo cabizbajo
el cerco al agua impuesto por idiotas.
Mi tierra tiene el cuello perseguido
por manos de Aragón, por Labordetas.
La estirpe de Caín alza su aullido.
Mi tierra escupe fuego por las grietas.
¡Levanta el corazón de los espartos
y avéntalo sangrante en la garganta!
¡Levanta ya terruño de lagartos!
¡Ay! ¡Levanta ya Almería, levanta!
* Autor: Diego Jerez González
Un velero y dos deseos
se pasean de la mano de un sueño.
- Si me abrazas, te lo cuento.
Me susurras por detrás de la curva
donde se estremece mi cuello,
mientras recoges al vuelo en tus manos
dos lunas y un lucero.
- Sólo amanece, amor, si te tengo.
!Vira capitán, a mar abierto!
dime que me quieres
di
me
lo
unasolavez
te prometo
y sabes que cumplo
no volver a buscarte
si-tú-no-quie-res.
con la lentitud de la palabra
y su herida
abrázame
contenme
no vaya a derramarme en mil vacíos.
* Autora : Trinidad López
Libro "Sentada con mi sombra" - Padilla Libros Editores & Libreros
A Comella que cree en historias imposibles
Cuando llueve, ni los fantasmas salen a la calle.
Por lo menos los de mi barrio. Tal vez estos sean de una especie débil y pusilánime, que a la primera señal de gotas celestiales se esconden por los vericuetos de los muros y los canalones. No lo se. Tal vez simplemente han hecho un voto de noservistos bajo ningún concepto, o tienen catarro tempranero. Algo debe sucederles, porque soy de las que me niego a negar (redundancia válida) su existencia.
Un barrio que tiene un manzano rabioso, una historia de amor por trimestre, gatos de cuatro colores y balcones donde asoman viejas de deshabillé negro con puntillas y cigarros con boquilla, chinos que parecen el mismo pero no los son, zíngaros rumanos sin rasgo de romanticismo, una galería comercial que no vende nada mas que conversación, un taller de serigrafía, un instalador de suelos radiantes y un bar, cerrado a cal y canto, tiene que tener fantasmas.
No crean que no hay bares abiertos, aquí se cumple la regla española de cada cinco casas un bar., si es por tener, hasta Salón de té regentado por dos hermanas que no quisieron estudiar ni peluquería ni corte y confección, tenemos.
Pero asi como está esta regla no escrita, pero cumplida a rajatabla, creo yo, que hay otra que dice que cada cinco casas cerradas, hay un bar
cerrado.
Vivo tras la Estación de trenes,y eso es algo que se puede constatar con los cinco sentidos, así que no entiendo como frente a tal evidencia el dueño, allá por el año catapún, le puso el ubicuo nombre de Tras da Estación do tren.
La calle es estrecha y poco iluminada, si se viene del centro, a la derecha quedan las casas y a la izquierda las vías del tren ocultas por un alto muro de piedra a su vez cubierto por hinojos que perfuman la noche,laureles,manzanos , membrillos y un impertérrito toxo.
Cada dos casas, la calle se ensancha, conformando aparcamientos para tres o cuatro coches, que parecen jugar a las damas y moverse solos de sitio.
No suelo encontrar a nadie caminando por allí, y si lo hay es para correr a su coche, mirar con aprensión a los lados y salir pitando. De cuando en vez esta detrás del contenedor (ese que cada mañana esta en un sitio distinto de la calle) el hijo de la del tercero del número 34 fumándose un porro. El también cree en fantasmas. Por eso nos sonreímos, no por otra cosa.
El edificio nuevo que han construido en el barrio y que ha traído decenas de vecinos nuevos, yo incluida, ha puesto en movimiento el viejo engranaje del bar abandonado.
Mientras sucedía la segunda reunión de comunidad, mientras se debatía de persianas, pasillos y zonas comunes, la puerta del bar se entreabrió apenas, no porque los fantasmas no puedan hacer uso de su condición atraviesaparedes, sino por nostalgia de recordar lo que se siente al ocupar un espacio.
Un maquinista de tren, el dueño del primer puesto de periódicos y revistas de actualidad de la estación, un barquillero, la Eli, la alegría de las vías vendiendo su lotería y mezquinando su amor, un viajero sin nombre que se bajó un día con la mirada extraviada y se quedó para siempre en la mesa del rincón, doña Berta que bajaba a tomar su anís a las cinco de la tarde y el dueño, Moncho, ese eterno caminante que se conocía de memoria la 9 de julio de Buenos Aires de tanto zapato que se había lustrado. Decía siempre que el había viajado mucho, gracias a los zapatos, creía que cuando los limpiaba se quedaban en sus cepillos y paños, los recuerdos de los sitios caminados y todo el mundo sabe que los recuerdo que uno elige, son de uno para siempre. Quien se lo iba a decir a él, nacido en Boi Morto, que hubiera andado tanto, eso sin contar los viajes de los que después de bajar del tren venían por el bar para reponer energías y descargar las maletas de tanta pena y trajín. No había mas que mirar el suelo, allí estaban las huellas de miles de caminos transitados.
-Mira Eli (mírame como nunca me quieres mirar y yo sueño),desde esta parte del mostrador arranca un camino a Roma, cada baldosa que pisas es una fuente una iglesia un capuchino, de esta esquina hay un trozo de mar hacía el Japón, lo dejó un marinero atunero que cogió el tren a Barcelona, allí va el camino de Anabella que arrastró su maleta de cartón para La Habana y allí están las marcas de sus tacones de charol cuando volvió hecha una señora. Hay caminos a Londres, Caracas, Cruña, Ponferrada, hasta de La Bañeza.
-Ya-dijo doña Berta-Moncho, a lo que vinimos, que hace frío y seguro que no hay nada para beber.
Una botella se abrió y la atmósfera se perfumó de esperas, se abrieron otras y alambiques, robles y cristales comenzaron a bailar por las mesas.
Alguien puso el disco de habaneras.
-Esta gente-prosiguió doña Berta- trae muebles muy nuevos y poca historia, ya se que muchos de ellos se la escribirán a si mismos, pero podemos abrirles el camino.
Todos asintieron, con el respeto que generaban los años, pero con el escepticismo que regalan los tiempos.
-Alguien debe de saber que estuvimos aquí prosiguió luego de un beso anisado-,que las baldosas de la esquina están tan suaves porque antes pasamos nosotros
-Del pasadizo para llegar a tiempo a la estación para coger el tren de la cuatro dijo el kioskero-
pasa cuatro y veinte-corrigió otro-
Da igual, ¿quién no corre para ese tren con la comida en la boca y la siesta pesando los párpados?
El viajero del rincón carraspeó, todos miraron.
-También alguien debe darle un final a una historia vieja.
Las interrogantes dibujaron un garabato en el aire enrarecido del bar.
-¿Conocéis la casa de los balcones verdes? La de tres plantas que es una casa sola pero que se alquila por piezas? Allí debía entregar una carta, hace cuarenta años. Y nunca lo hice.
Las sillas se arrastraron al rincón y formaron un corro protector de confidencias.
-Fue en una taberna de México, demasiado tequila, una mujer caprichosa que para conseguir lo que quería me daba celos con cualquiera. Un cualquiera que celebraba que al día siguiente cogía el barco para buscar a su amada con el dinero ahorrado y la estabilidad conseguida a base de noches enteras mirando la estrella donde ella fumando ( como en el tango) esperaba. Una faca, sacada cuando tenía que haber brotado la prudencia, un charco de sangre y una carta que él quería dejar en un portal, para que cuando ella fuera a cogerla de manos del cartero, el cartero fuera reconocido.
Cuando llegué a Compostela, yo que creía huir, llegué al sitio donde cumplí mi condena. Ella estaba por coger el tren que yo dejaba, me llamó la atención su mirar. Me miró como pidiendo disculpas y murmuró:-Mejor me quedo, estoy esperando una carta de México y no vaya a ser cosa que llegue y yo no esté, con lo mal que va el correo!-
La seguí y me quedé en esta ventana del bar, solo para ver como se sigue asomando cada mediodía cuando escucha las ruedecillas del carro del cartero. Nunca cogí el valor para cruzar y entregarle lo que espera. Ahora alguien debería hacerlo por mi.
Las ideas sin reproche bailaron en el salón. Por unanimidad se votó por la de Eli.
A partir de ese día todas las tardes de este invierno, a las ocho, vendrían a mover sillas y mesas, dejando la puerta entreabierta, alguien entraría y vería sobre la mesa del rincón la carta. Así sería entregada.
Faltan cinco minutos para las ocho, estoy llegando a casa, pero retrazo mis pasos para ver si oigo hoy, el movimiento que escuche ayer y el lunes en el bar Tras da estación do tren.
Tal vez son nuevos dueños, tal vez por fin a los fantasmas de mi barrio se les haya pasado el catarro, o hayan decidido romper el voto de noservistos, o han perdido el miedo a los humanos o se han enterado que hay alguien que cree en su existencia.
* Autora: Soledad Felloza
Compensando la luna y su desgracia
he puesto mi luz en la mediana
con los ojos vacíos.
Abro el surco hasta su fondo y palpita corazón,
hueco inmundo bostezando olvido.
Esta línea de la mano que acaricia
desprende soledad.
Digamos horizonte, atardecer y geometría.
'Nocturna Quiromancia' pertenece al libro 'Sentada con mi sombra' de mi amiga Trinidad López. El libro está editado por Padilla Libros Editores y Libreros y su presentación será este mes de septiembre. Este avance es un pequeño gran indicio de lo que promete su segundo libro.
Si cierro los ojos ya es noche.
El mundo se vuelve sobre sí mismo,
no importa que afuera giren soles
o planetas,
no importa
porque estoy conmigo
y lo demás queda muy lejos
lejos de sus máquinas secretas,
lejos de sus labios permitidos,
sólo en la cama de las sábanas largas;
en mis pequeñas noches no hay
últimas cenas
ni lobos que busquen
a sus cachorros.
* Autor: Rafael Pareja Calmaestra
Se apaga el fuego
en la noche fría de escarcha
como un tizón que mancha
la llama de mi corazón ciego.
Quisiera fundirme en tu cuerpo
como saliva que trago
pero tú con gesto amargo
me despides en el tiempo.
Mientras la humedad abraza al frío
dos sombras despiden con llantos
años de fantasías y encantos
tirado como un pañuelo al río.
* Autor: Armando Alexandre