Niña candela - de Manolo García
Con un vestido de papelillo de filigrana, festoneado de farolillos de falsa plata, te vi bailando zorongo comiendo almendras. Con la mirada ausente, prendida de las estrellas. ¿Qué turba tu paz?, ¿qué rompe tu armonía? Que quiero alegrar tu noche con esta simple fantasía.
Niña Candela, panal de abejas, que quiero velas de humo dulce que tenue se dibuje en tus cejas. Volar contigo sobre las calles, monte Carmelo, como herrerillos que nunca se han de posar en el suelo.
En esta noche, de brisa suave de Mayo amansa, la orquesta arranca sonar fanfarria y alegre parla. Te veo bailando, Candela. Volando vas prendido el talle, con la mirada en llamas, colgada del aspirante. Se alumbra tu faz, revive, lustra, enciende. Él puede pirrar tu noche, que con cuidados, la flor florece.
Niña Candela, frontil de avispas, que quiero velas de humo dulce que tenue redibuje tus esquinas.
Volar contigo sobre las calles, barrio Carmelo, de abejarugos que nunca habrán de cesar en su vuelo.
* MANOLO GARCÍA
Álbum: Para que no se duerman mis sentidos
4 comentarios
antona -
salu2 amiga
Brisa -
Un fuerte abrazo y que sepas que no te olvido :)
Inferno -
Multitud de gentes se reunieron en su décimo cumpleaños. Mucho trabajo, incluído una vida, había costado integrar en la vida cotidiana de aquella ciudad, aquel faraónico edificio llamado cariñosamente Guggi por sus habitantes. Allí estaban artistas, trabajadores, curiosos y unos cuantos insignes gorrones que siempre debían de estar en estos eventos.
Esperando al visitante número diez millones estaba Maitane, una azafata pelirroja con rostro pícaro, y un cuerpo que con aquel traje azul oscuro de azafata de congresos tapaba, su tremenda sensualidad carnal. Con el contador en una mano, y la tensión a flor de piel, atenuada por el manual de la perfecta azafata, esperando la noticia. Durante una breve explicación a una entrañable familia del sur, cuya charla sirvió para relajar la tensa espera, ocurrió. Allí estaba ella, la visitante número DIEZ MILLONES. Pero no puede ser, su corazón dio un vuelco increíble, ¡¡¡si es Yaiza!!! Con una débil entereza y en una perfecta actuación de azafata, la felicitó y cumplió todos los requisitos exigidos para la ocasión. Naturalmente fue obsequiada y agasajada como se hace en estos casos. El beso de Maitane a Yaiza fue más que un beso protocolario, fue una caricia secreta entre dos buenas amantes, recordando el momento dulce de la noche anterior, en aquel hostal discreto de las afueras, donde ambas, entre juegos íntimos y caricias inconfesables, habían imaginado una situación así.
En un momento de despiste de los medios de comunicación y de autoridades, Yaiza le susurró a la oreja de su benefactora: "Esta noche a partir de las 10:00 H. te doy mi particular premio."
Sole -
Un biquiño