El poderoso
Desde luego él era el jefe, de eso no había duda. O al menos era lo que se le dejaba creer. Él pensaba que dominaba la situación. Que lo tenía todo controlado. Yo, a fin de cuentas, no era nadie en su inmensa estructura
En su organización, tan perfecta.
Era uno más, eso sí.
Supongo que para él era insignificante, pero no nos vamos a engañar, a la vez necesario. La verdad es que yo estaba muy harto de esa situación. Llevaba días planteándome salir de allí. Dar el gran "campanazo", por así decirlo Estaba a punto de explotar. No estaba nada a gusto y aquello no se iba a sustentar mucho tiempo más.
Aunque claro, no podía dar la nota así por las buenas, tenía que controlarme. Aquella semana había sido muy mala, habían habido muchas tensiones. También había que ser un poco comprensivo, el hombre casi no había ni comido, había estado muy estresado y nervioso gestionando multitud de detalles para una reunión muy importante, que precisamente en ese momento estaba acabando. Y claro, no era buena ocasión para una cosa así. Estos temas era mejor tratarlos en privado.
Mientras, el hombre disimulaba, pero sabia perfectamente que yo estaba al limite de mi aguante, seguro que me lo había notado. Pues yo era transparente. Era un de mis tantos defectos de mi ser... No podía disimular. Supongo que él estaría nervioso porque de sobras se lo estaría viendo venir, no era tonto. De repente se empezó a inquietar un poco más, se sonrojó levemente incluso. Estaba incomodo.
Yo me crecí entonces. Podía ser insignificante en su vida pero si decidía despedirme de una forma poco discreta sé que él querría que se le tragara la tierra ya que quedaría realmente mal delante de sus nuevos clientes. ¡Menudo era el tío! Ego centrista y presumido Egoísta. Un nuevo rico, alguien que sólo pensaba en quedar bien y en el qué pensarán.
Yo sabía de otros compañeros que se habían despedido con poco estilo y haciendo mucho ruido Echando pestes Pero nunca ninguno delante de tanta gente y en una situación tan comprometida. Yo podía darle entonces una lección De hecho mi forma natural de ser y de actuar era más fuerte que mi voluntad Y quizá por mucho que lo intentara al final no podría contenerme. ¡Menudos aires de grandeza tenía yo también!
La reunión marchaba bien. Eso seguro. Estaba siendo un éxito total. Pero él no las tenia todas consigo. A medida que pasaban los minutos su incomodidad e inseguridad iban creciendo, yo entonces estaba tan salido que ya me importaba todo un pimiento. Si la liaba le serviría de curita de humildad Aprendería que no todo se puede controlar en esta vida Que algo puede fallar, que se han de cuidar todos los detalles. Y que aunque no me tuviera en cuenta podía estropearle el día y la existencia con un solo desaire mío.
Yo sabía que apretaba el culo (con perdón de la expresión), sus ojos estaban fuera de órbita, le sudaban las manos. No sabía ni como ponerse en la silla. Una gota de sudor enorme empezó a resbalarle por la frente, haciendo esquí alpino en sus entradas. Le había cambiado la cara. Él sentía que yo la haría muy gorda, su intuición era un hecho.
Yo no podía con mi alma. Él pensó que levantándose y paseando por la sala se le pasaría el mal rato. Yo estaba en mi salsa, disfrutando. Y estaba tan a punto de caramelo que no pudo pasar un segundo más cuando, antes de que él pudiera volver a sentarse dejara ir el pedo más escandalosamente sonoro y putrefacto que se había tirado en mucho tiempo.
Y ese fue mi final, un claro ejemplo de la triste vida de cualquier gas, como yo.
* Autora: Comella Firmet
Era uno más, eso sí.
Supongo que para él era insignificante, pero no nos vamos a engañar, a la vez necesario. La verdad es que yo estaba muy harto de esa situación. Llevaba días planteándome salir de allí. Dar el gran "campanazo", por así decirlo Estaba a punto de explotar. No estaba nada a gusto y aquello no se iba a sustentar mucho tiempo más.
Aunque claro, no podía dar la nota así por las buenas, tenía que controlarme. Aquella semana había sido muy mala, habían habido muchas tensiones. También había que ser un poco comprensivo, el hombre casi no había ni comido, había estado muy estresado y nervioso gestionando multitud de detalles para una reunión muy importante, que precisamente en ese momento estaba acabando. Y claro, no era buena ocasión para una cosa así. Estos temas era mejor tratarlos en privado.
Mientras, el hombre disimulaba, pero sabia perfectamente que yo estaba al limite de mi aguante, seguro que me lo había notado. Pues yo era transparente. Era un de mis tantos defectos de mi ser... No podía disimular. Supongo que él estaría nervioso porque de sobras se lo estaría viendo venir, no era tonto. De repente se empezó a inquietar un poco más, se sonrojó levemente incluso. Estaba incomodo.
Yo me crecí entonces. Podía ser insignificante en su vida pero si decidía despedirme de una forma poco discreta sé que él querría que se le tragara la tierra ya que quedaría realmente mal delante de sus nuevos clientes. ¡Menudo era el tío! Ego centrista y presumido Egoísta. Un nuevo rico, alguien que sólo pensaba en quedar bien y en el qué pensarán.
Yo sabía de otros compañeros que se habían despedido con poco estilo y haciendo mucho ruido Echando pestes Pero nunca ninguno delante de tanta gente y en una situación tan comprometida. Yo podía darle entonces una lección De hecho mi forma natural de ser y de actuar era más fuerte que mi voluntad Y quizá por mucho que lo intentara al final no podría contenerme. ¡Menudos aires de grandeza tenía yo también!
La reunión marchaba bien. Eso seguro. Estaba siendo un éxito total. Pero él no las tenia todas consigo. A medida que pasaban los minutos su incomodidad e inseguridad iban creciendo, yo entonces estaba tan salido que ya me importaba todo un pimiento. Si la liaba le serviría de curita de humildad Aprendería que no todo se puede controlar en esta vida Que algo puede fallar, que se han de cuidar todos los detalles. Y que aunque no me tuviera en cuenta podía estropearle el día y la existencia con un solo desaire mío.
Yo sabía que apretaba el culo (con perdón de la expresión), sus ojos estaban fuera de órbita, le sudaban las manos. No sabía ni como ponerse en la silla. Una gota de sudor enorme empezó a resbalarle por la frente, haciendo esquí alpino en sus entradas. Le había cambiado la cara. Él sentía que yo la haría muy gorda, su intuición era un hecho.
Yo no podía con mi alma. Él pensó que levantándose y paseando por la sala se le pasaría el mal rato. Yo estaba en mi salsa, disfrutando. Y estaba tan a punto de caramelo que no pudo pasar un segundo más cuando, antes de que él pudiera volver a sentarse dejara ir el pedo más escandalosamente sonoro y putrefacto que se había tirado en mucho tiempo.
Y ese fue mi final, un claro ejemplo de la triste vida de cualquier gas, como yo.
* Autora: Comella Firmet
6 comentarios
Comella -
Muchísimas gracias por tu visita.
Un abrazo pesadilla mía ;)
j -
Un besazo, y hasta muy prontito Direstora Generás
Magda -
Es lindo tu buen humor, me gusta mucho!!
Un beso.
Comella -
odyseo -
Maribel -
Ufffff! Hay gente a la que no soporto :-(