El favor
Prácticamente acaba de llegar de comer. Pero yo ya estaba echando monedas en la maquina de cafés de la empresa, y no habían pasado ni diez minutos desde que había entrado por la puerta. Supongo que en el fondo lo que me pasaba es que tenia un pánico terrible a quedarme mucho rato a solas con Naya, mi compañera de trabajo. Pues no había llegado todavía ningún colega más al departamento y los jefes estaban de viaje. La verdad era esa, sí. Me volvía loco. Estaba terriblemente enamorado de ella. Bebía los vientos por sus ojos, por su sonrisa. Sus labios me hacían perder el norte
Llevaba meses pidiédole una cita. La había invitado a cenar, a bailar, al cine, al teatro, a un concierto A mil quinientos cafés Y la respuesta siempre había sido NO.
Jamás un "ya veremos", o un "hoy no me va bien"... Para nada nunca me había dado una triste esperanza Y lo más terrible y desesperador de todo, nunca me había dado una justificación para aquella respuesta negativa. Lo cual venía a decir que le importaba un pimiento yo y mis sentimientos así como lo que pudiera pensar.
En ese momento, entraba yo con mi café en vaso de plástico y cucharilla de palo, de plástico también, claro.
Y allí la vi, sentada, como el ser más maravilloso del mundo, escribiendo una carta para el subdirector, en su lugar de trabajo habitual. Me puse nervioso, para variar, y me entraron unas ganas terribles de ir al baño.
Tampoco entendía porqué estaba tan atontado, no era la primera vez que me quedaba solo con ella en la oficina Tengo que reconocer que perdía los papeles e incluso me sentía ridículo cuando me dirigía a ella, últimamente me sentía terriblemente inseguro a su lado Estaba locamente enamorado, sin duda.
Y todo ocurrió justo después de salir del baño, cuando iba a sentarme en mi escritorio y de repente ella se volvió hacia mi y me dedico la sonrisa más cautivadora del mundo. Yo, claro, no sabía que es lo que la había motivado, pero me gustó a la vez que me sedujo de cabo a rabo. Sin querer, se me fueron los ojos a su corta falda y a sus largas piernas. Dios! " Si pudiera acariciarlas" pensé. Era una diosa autentica.
Ella seguía sonriendo y me miraba fijamente. Se humedeció los labios. Estaba tan sexi
Se tocaba el pelo, parecía como si lo hiciera porque supiera que a mi me recorría una llama por dentro cada vez que lo hacia. Y balanceaba sus piernas como jugando a algo que no acertaba a entender ni casi a creer.
De repente se levantó lentamente y empezó a dirigirse a mi, a acercarse
- Naya - pronuncié tímidamente.
Ella me cogió del brazo, presionando mi bíceps izquierdo con firmeza pero con suavidad y con ese gesto me acercó a ella.
- Mad - Me susurró al oído.
- Qu - é?- Contesté yo muerto de miedo con voz entrecortada.
- Tengo algo que decirte
No entendía nada, tenia el cuerpo totalmente paralizado de arriba abajo, bueno quizás no todo (Mi amíguete el del primer piso iba loco por subir a la suite del ático y tirar fuegos artificiales) Pero yo Yo, estaba atónito. Sentía un calor tremendo por todas las partes de mi cuerpo. Me sonrojé pues pensé incluso que ella se iba a dar cuenta de lo nervioso que estaba.
- Maaaaad - Volvió a repetirme cerca de la oreja. Luego me pegó un mordisco en el lóbulo de ésta, que me hizo estremecer del todo. - Ummmmmm - Exclamó. - Dios! No podía creerlo.
- Tengo que decirte algo - Volvió a repetir.
- Hoy es tu día Te voy a hacer un favor. Y ya sabes que no suelo hacer favores
- Ufffff Dejé ir yo sin contemplaciones.
- Debo decírtelo ahora, pues podría ser tarde si te lo digo en otro momento
- Naaaaya - repetía casi sin aliento y con tono bajo.
- Es de vital importancia que te lo diga ahora mismo
Yo no podía articular sílaba alguna, estaba poseído por ella. Que estaba totalmente pegada a mi, presionando sus perfectos pechos contra mi tórax. Me había llevado a su terreno. Me tenía contra la pared, completamente desquiciado por sus caricias y sus besos. Me besaba como nunca me había besado nadie, quizás fuera porque había deseado tanto esos labios que me parecían únicos. Con cada beso me quitaba un suspiro. El calor de su lengua
No paraba de rozarme, de provocarme, de insinuarse con sus fogosos acercamientos Su respiración
Hubiera estado respirando de aquel calor toda la vida. Hubiera querido congelar ese aliento y guardarlo en mi congelador hasta el fin de mis días Sí, realmente estaba loco, lo sé. Pero por ella.
Me rodeaba con sus piernas, envolviéndome con su sensualidad y su excitación
Yo no pude contenerme y le puse las manos en su redondo trasero Estaba duro. Tuve incluso medio segundo para suponer que debía ir al gimnasio al menos una hora al día. Estaba totalmente enloquecido por el momento.
Naya empezó a bajar lentamente. Y no dejaba de decir:
- Tengo que decírtelo Mad Tengo que hacerlo cielo
Si hubiera tenido suficientes fuerzas habría gritado "Dimélo ya", pero no podía ni tenerme en pie, me temblaba todo. No tenía tiempo más que en pensar en "Poséeme, poséeme "
Ella seguía bajando por mi cuerpo, besándome por debajo de la camisa, de la cual ya no estaban todos los botones abrochados Ahora me lamía el ombligo
- Oh Naya Porque has tardado tanto uuuum Nnna - No pude ni acabar de pronunciar su nombre, la excitación me podía
Naya seguía con su juego, se dirigía decidida pero sin prisa al centro de mis pasiones, se dirigía a él, sí sí sí
- Maaaaaad
- Dime
Estaba justo entonces posada en el principio de mi pantalón. Cuando lo soltó sin más:
- Tienes la bragueta bajada cariño! Te olvidaste de subírtela cuando saliste del W.C. - Y con una sonrisa similar a la que me había dedicado minutos atrás se alejó de mi de golpe y porrazo, con frialdad y gesto diabólico. Me guiñó un ojo y se volvió a sentar en su escritorio sin dudar en empezar a mecanografiar la carta que supongo estaba apunto de terminar.
Yo me quedé allí de piedra, con mi calentón, alucinado. Dejó de gustarme para siempre
* Autora : Comella Firmet (Vanessa López Vilà)
Llevaba meses pidiédole una cita. La había invitado a cenar, a bailar, al cine, al teatro, a un concierto A mil quinientos cafés Y la respuesta siempre había sido NO.
Jamás un "ya veremos", o un "hoy no me va bien"... Para nada nunca me había dado una triste esperanza Y lo más terrible y desesperador de todo, nunca me había dado una justificación para aquella respuesta negativa. Lo cual venía a decir que le importaba un pimiento yo y mis sentimientos así como lo que pudiera pensar.
En ese momento, entraba yo con mi café en vaso de plástico y cucharilla de palo, de plástico también, claro.
Y allí la vi, sentada, como el ser más maravilloso del mundo, escribiendo una carta para el subdirector, en su lugar de trabajo habitual. Me puse nervioso, para variar, y me entraron unas ganas terribles de ir al baño.
Tampoco entendía porqué estaba tan atontado, no era la primera vez que me quedaba solo con ella en la oficina Tengo que reconocer que perdía los papeles e incluso me sentía ridículo cuando me dirigía a ella, últimamente me sentía terriblemente inseguro a su lado Estaba locamente enamorado, sin duda.
Y todo ocurrió justo después de salir del baño, cuando iba a sentarme en mi escritorio y de repente ella se volvió hacia mi y me dedico la sonrisa más cautivadora del mundo. Yo, claro, no sabía que es lo que la había motivado, pero me gustó a la vez que me sedujo de cabo a rabo. Sin querer, se me fueron los ojos a su corta falda y a sus largas piernas. Dios! " Si pudiera acariciarlas" pensé. Era una diosa autentica.
Ella seguía sonriendo y me miraba fijamente. Se humedeció los labios. Estaba tan sexi
Se tocaba el pelo, parecía como si lo hiciera porque supiera que a mi me recorría una llama por dentro cada vez que lo hacia. Y balanceaba sus piernas como jugando a algo que no acertaba a entender ni casi a creer.
De repente se levantó lentamente y empezó a dirigirse a mi, a acercarse
- Naya - pronuncié tímidamente.
Ella me cogió del brazo, presionando mi bíceps izquierdo con firmeza pero con suavidad y con ese gesto me acercó a ella.
- Mad - Me susurró al oído.
- Qu - é?- Contesté yo muerto de miedo con voz entrecortada.
- Tengo algo que decirte
No entendía nada, tenia el cuerpo totalmente paralizado de arriba abajo, bueno quizás no todo (Mi amíguete el del primer piso iba loco por subir a la suite del ático y tirar fuegos artificiales) Pero yo Yo, estaba atónito. Sentía un calor tremendo por todas las partes de mi cuerpo. Me sonrojé pues pensé incluso que ella se iba a dar cuenta de lo nervioso que estaba.
- Maaaaad - Volvió a repetirme cerca de la oreja. Luego me pegó un mordisco en el lóbulo de ésta, que me hizo estremecer del todo. - Ummmmmm - Exclamó. - Dios! No podía creerlo.
- Tengo que decirte algo - Volvió a repetir.
- Hoy es tu día Te voy a hacer un favor. Y ya sabes que no suelo hacer favores
- Ufffff Dejé ir yo sin contemplaciones.
- Debo decírtelo ahora, pues podría ser tarde si te lo digo en otro momento
- Naaaaya - repetía casi sin aliento y con tono bajo.
- Es de vital importancia que te lo diga ahora mismo
Yo no podía articular sílaba alguna, estaba poseído por ella. Que estaba totalmente pegada a mi, presionando sus perfectos pechos contra mi tórax. Me había llevado a su terreno. Me tenía contra la pared, completamente desquiciado por sus caricias y sus besos. Me besaba como nunca me había besado nadie, quizás fuera porque había deseado tanto esos labios que me parecían únicos. Con cada beso me quitaba un suspiro. El calor de su lengua
No paraba de rozarme, de provocarme, de insinuarse con sus fogosos acercamientos Su respiración
Hubiera estado respirando de aquel calor toda la vida. Hubiera querido congelar ese aliento y guardarlo en mi congelador hasta el fin de mis días Sí, realmente estaba loco, lo sé. Pero por ella.
Me rodeaba con sus piernas, envolviéndome con su sensualidad y su excitación
Yo no pude contenerme y le puse las manos en su redondo trasero Estaba duro. Tuve incluso medio segundo para suponer que debía ir al gimnasio al menos una hora al día. Estaba totalmente enloquecido por el momento.
Naya empezó a bajar lentamente. Y no dejaba de decir:
- Tengo que decírtelo Mad Tengo que hacerlo cielo
Si hubiera tenido suficientes fuerzas habría gritado "Dimélo ya", pero no podía ni tenerme en pie, me temblaba todo. No tenía tiempo más que en pensar en "Poséeme, poséeme "
Ella seguía bajando por mi cuerpo, besándome por debajo de la camisa, de la cual ya no estaban todos los botones abrochados Ahora me lamía el ombligo
- Oh Naya Porque has tardado tanto uuuum Nnna - No pude ni acabar de pronunciar su nombre, la excitación me podía
Naya seguía con su juego, se dirigía decidida pero sin prisa al centro de mis pasiones, se dirigía a él, sí sí sí
- Maaaaaad
- Dime
Estaba justo entonces posada en el principio de mi pantalón. Cuando lo soltó sin más:
- Tienes la bragueta bajada cariño! Te olvidaste de subírtela cuando saliste del W.C. - Y con una sonrisa similar a la que me había dedicado minutos atrás se alejó de mi de golpe y porrazo, con frialdad y gesto diabólico. Me guiñó un ojo y se volvió a sentar en su escritorio sin dudar en empezar a mecanografiar la carta que supongo estaba apunto de terminar.
Yo me quedé allí de piedra, con mi calentón, alucinado. Dejó de gustarme para siempre
* Autora : Comella Firmet (Vanessa López Vilà)
10 comentarios
J -
Natasha -
NATASHA
P.D.: Por cierto, ¿alguien sabe como se llama realmente el edificio de la foto? Es que le llaman de muchísimas maneras (casi todas muy vulgares) pero en realidad no tengo ni idea de como se llama. Hace poco que vivo en Bcn.
Ly -
Comella -
Pablo A -
Felicidades, Comella
Comella -
bolo -
La verdad que me ha sorprendido, aunque no quería decirlo, pero se me adelanto Maribel, voy a ser un poco más fino, es una "chica de vida alegre".
Besos guapa
Magda -
Creeme que he quedado impactada por la forma en que está escrito: no adivinas el final, juegas con el lector, y seduces!!
Te felicito verdaderamente.
Un beso.
Comella -
Maribel -