Nocturno - Carmen Quirós
Vibraba con la pasión desbocada que encadenaba al amante. La ciñó
con firmeza a sus emociones y ella respondió entregada al destino
que la había hecho nacer.
Él proyectó sobre ella cada una de las pasiones que ha inspirado una
mujer desde la noche de los tiempos. Ella le devolvió el alma de la
mujer salvaje: todas sus sensaciones, anhelos y pasiones, en estado
puro, batiendo indomables cuerpo a cuerpo, mano a mano.
Y en el cuerpo de los amantes se convirtió en un torrente: fuego que
abrasa el aire, choque violento del cielo con el infierno
fundiéndolos en un acorde capaz de trasportarles más allá de las
estrellas. Noches de entrañas bullentes, nutridas por las pasiones
de los días encelados.
Vida que muere y retorna para volver a morir; cuerpos enlazados que
se aíslan en el núcleo de su piel y trenzan su danza hasta alcanzar
la línea entre la vida y la muerte en esa tensión extrema,
enloquecida, donde cristaliza la amenaza que alcanza el alma: un
gran estallido que sacudirá los cimientos del universo de piel y
sangre desbocada y lo hará volar en pedazos.
Tras la apoteosis un reflujo lento, dulce, impregnado de ternura,
paz, bienestar surcando los cuerpos en un colofón perfecto. Una
cascada mimosa que remansa en caricias de alas de mariposa, en risas
de cristal satisfechas, en besos recién inventados que se suceden
creyendo que nunca terminará el momento; pero también encuentran su final.
La última nota, el último beso del amante, se perdió en el aire
perfumado de la noche del verano que muere sobre los tejados del
Albaicín. La guitarra dejó de ser mujer entre los brazos del
maestro. La noche recuperó sus sonidos esperando que volviera a
llenarla de magia, pasión y anhelo, antes que muera el verano.
* Autora : Carmen Quirós (Darane) - Grupo editorial Aunque nadie nos lea
con firmeza a sus emociones y ella respondió entregada al destino
que la había hecho nacer.
Él proyectó sobre ella cada una de las pasiones que ha inspirado una
mujer desde la noche de los tiempos. Ella le devolvió el alma de la
mujer salvaje: todas sus sensaciones, anhelos y pasiones, en estado
puro, batiendo indomables cuerpo a cuerpo, mano a mano.
Y en el cuerpo de los amantes se convirtió en un torrente: fuego que
abrasa el aire, choque violento del cielo con el infierno
fundiéndolos en un acorde capaz de trasportarles más allá de las
estrellas. Noches de entrañas bullentes, nutridas por las pasiones
de los días encelados.
Vida que muere y retorna para volver a morir; cuerpos enlazados que
se aíslan en el núcleo de su piel y trenzan su danza hasta alcanzar
la línea entre la vida y la muerte en esa tensión extrema,
enloquecida, donde cristaliza la amenaza que alcanza el alma: un
gran estallido que sacudirá los cimientos del universo de piel y
sangre desbocada y lo hará volar en pedazos.
Tras la apoteosis un reflujo lento, dulce, impregnado de ternura,
paz, bienestar surcando los cuerpos en un colofón perfecto. Una
cascada mimosa que remansa en caricias de alas de mariposa, en risas
de cristal satisfechas, en besos recién inventados que se suceden
creyendo que nunca terminará el momento; pero también encuentran su final.
La última nota, el último beso del amante, se perdió en el aire
perfumado de la noche del verano que muere sobre los tejados del
Albaicín. La guitarra dejó de ser mujer entre los brazos del
maestro. La noche recuperó sus sonidos esperando que volviera a
llenarla de magia, pasión y anhelo, antes que muera el verano.
* Autora : Carmen Quirós (Darane) - Grupo editorial Aunque nadie nos lea
1 comentario
Diali -
Buenísima, Carmen, eres la mejor del mundo mundial.
Un texto precioso. Me ha encantado :-)
Besazos,