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Letra Almíbar

Guajara - Luis Vea Garcia

Guajara - Luis Vea Garcia Guajara, he integrado fragmentos
de eternidades en tu paisaje.
Tantas vírgenes mutiladas,
tantos cantos desoídos...
Albores lejanos y gritos
que provienen de un pasado.

Siglos después, Guajara,
eres un prolongado infinito
de mareas y bajamares;
continuo vaivén y zozobra
que rompes segundo a segundo
con tus aguas en la línea
de la costa, arenas de intensa
negritud en tus pies.

Guajara, mi amor se agita
desde la lejanía,
un amor térreo y perdurable
que se consume en la distancia,
un potente sentimiento
de pertenencia que aniquila.

Guajara, la curva de tu cuerpo
es la línea de la costa,
costa negra que se me evade,
costa do jamás puedo arribar.
¿Estoy condenado
a vivirte en lontananza?

* Autor : Luis Vea Garcia (Guanachinerfe)
Visita su página web : Diario de un náufrago

1r finalista concurso "Letra Almíbar"

1r finalista concurso "Letra Almíbar" MONSTRUOS ( Corto con sólo 33 palabras)

Papá Monstruo enmudeció de golpe. Mamá Monstruo abrió de par en par sus cuatro pares de ojos. Entonces Monstruo Junior lo repitió de nuevo:

- Mamá, en mi tarro de ojos hay un melocotón....

* Autor : David Villar (Bilbao)

2º finalista concurso "Letra Almíbar"

2º finalista concurso "Letra Almíbar" EN EL MUSEO DE CERA - (Corto con sólo 33 palabras)

- Jefe, no puedo terminar la figura. Me falta uno de los ojos que compramos.
- Pues estaban los dos un poco antes de comerme los melocotones. Por cierto, me bebí el almíbar. Estaba riquísimo.

* Autor : Rafael Masedo (Madrid)

Texto ganador del concurso "Letra Almíbar"

Texto ganador del concurso "Letra Almíbar" SE ACABÓ EL PASTEL Por Cristina Hoyos

Su espalda, desnuda y sinuosa, se deslizaba sobre el mármol enharinado de la cocina. Bajo sus nalgas los fluidos restantes, la harina y el cadencioso vaivén de las caderas de ambos, friccionaban una minúscula masa voluptuosa. Los dedos expertos de él viajaban por el cuerpo de la mujer; y tras su paso, gotas de miel aterciopelaban la piel dorada de ella, quien a su vez, ceñía entre las manos una generosa porción de mantequilla. La grasa amarilla se deslizaba impúdica entre los dedos de la mujer, barnizando sus muñecas, sus brazos y codos, desde donde resbalaba hasta la espalda del amante entregado. Después, en lo que parecía ser una señal convenida e invisible, con un movimiento convulsionado de ambos, las caderas se elevaron, las manos chorreantes de mantequilla aprisionaron la cintura del hombre y la lengua de él, rebosante de jarabe, se introdujo en la boca esperanzada de ella.
Las llamas del hogar bastaban para iluminar la escena, y con su crepitar coreaban los jadeos y murmullos de los contendientes. Las sombras alargadas parecían abrazarse desde la penumbra hasta el infinito, o al menos, hasta el techo de madera ennegrecida, donde se multiplicaban, retorcidas y enredadas en posiciones imposibles, y las lenguas colisionaban furiosas, o desaparecían tras recónditos reflejos oscuros de húmedas cavidades.
Y él lo sabía, aunque quiso observarlo con sus propios ojos. Sabía del engaño, de la inquina de su sirviente y de la perfidia de su esposa. A pesar de ello insistió. Quiso bajar a las cocinas, a oscuras, en silencio, quería verlo con sus propios ojos. Decidió esconderse, ver sin ser visto. La alacena era un buen lugar. Y, ¿quién sabe? Tal vez en sus juegos eróticos utilizasen las frutas... Es por eso, por los celos envenenados de certeza, que arrancó su ojo y lo colocó dentro del frasco transparente del melocotón.
Ahora comprendía que aquello había sido un error. Quería cerrar su ojo, apartar su mirada de la visión que tanto escocía, y no podía. Lágrimas amargas del dulce de almíbar rodaron por el único ojo, fijo en las sombras burlescas del techo del hogar.

* Autora : Cristina Hoyos (Zaragoza)

Nota sobre el concurso "Letra Almíbar"

Nota sobre el concurso "Letra Almíbar" Todos los textos presentados al concurso literario "Letra Almíbar" han estado inspirados en esta imagen.